Abro los ojos
Abro los ojos a la madrugada indómita.
La oscuridad sostiene una noche que se niega a desaparecer.
Los pájaros cantan una canción sin silencios.
La alarma del despertador amenaza con sonar en cualquier momento
y cortarle la cabeza a este tiempo suspendido.
Recuerdo otra mañana como esta.
Pausa con aves llorando.
Habitando un mundo del que todos se han ausentado.
No existían los teléfonos con pantallas conectadas a redes infinitas.
Y esa mañana, en ese lugar, no tenía equipo de cómputo alguno.
En esa habitación no había ser humano ni máquina que me intentara convencer que el tiempo no se había detenido.
Como hoy.
La guillotina de la alarma no ha caído.
Pero el ruido no muy lejano de una puerta eléctrica y un carro encendido
han regresado el tiempo a su cauce.
Me levanto.
Adolfo Ramírez Corona (@adolforismos)
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