Esta mañana mientras iba camino al trabajo me tocó presenciar un acto de resistencia. Estaba en el carro, esperando en el semáforo en rojo, cuando a mi lado una mujer se paró en la banqueta o acera a esperar el transporte público. A su espalda estaba la salida de una gasolinera y junto, la de un taller mecánico. Ella se encontraba parada entre ambos.
En algún momento, de la gasolinera salió un automóvil manejado por un hombre. Salió hacia la calle pero apuntando en sentido contrario de la circulación. Pretendía irse por la banqueta en dirección opuesta al tráfico para, supongo yo, poder entrar al taller mecánico.
La mujer no se movió. Parecía que había sentido la presencia del automóvil detrás de ella, pero decidió no moverse. Ni siquiera se dio la vuelta para verlo. El hombre de la camioneta le tocó el claxon y ella siguió quieta. Para ese momento era claro que la mujer sabía que tenía un auto detrás queriendo pasar por donde ella estaba.
Y la verdad es que ella, como peatón, estaba donde debería estar. En la banqueta esperando su autobús. El hombre del carro por el contrario, pretendía hacer algo que no es correcto: tomar la banqueta como vía para su automóvil. Además, por supuesto, de ir en sentido contrario. Pero dejémoslo en que pretender ocupar la banqueta peatonal era suficiente para estar fuera de lugar. Ella no tenía por qué moverse. Y si él pretendía tomar ese camino por lo menos hubiera tenido que esperar a que estuviera libre, y no exigir que se movieran para cometer una violación al reglamento.
Después de un minuto, ella siguió sin moverse. El siguió tocando su bocina. Incluso adelantó un poco el carro intentando espantarla. Ella ni se inmutó.
Pasó otra señora que al darse cuenta de la situación pero pensando que la mujer no había notado que tenía un auto detrás, la alertó. Pero la mujer le respondió algo como que gracias, ya lo había visto pero no tenía porque moverse.
Luego pasó un muchacho que le armó algo de pleito al tipo del carro. Le dijo algo así como que qué le pasa por qué presionaba a la mujer, y al hombre del auto se ve que no le gustó lo que le dijeron. Incluso parecía dispuesto a bajarse del automóvil y pelearse con el nuevo personaje de la historia.
No pude ver más. El semáforo se puso en verde y tuve que avanzar. Era claro que no tardaba ni un minuto en pasar el transporte de la mujer y el hombre del auto iba a poder pasar por la banqueta en sentido contrario.
Sin embargo, me quedé con la convicción y sensación de haber sido testigo de un acto de resistencia pura.
Supongo que algo similar es lo que le pasó a Rosa Parks en aquella ocasión en que decidió no cambiarse de lugar dentro del autobús a pesar de que estaba establecido que por ser una mujer de color no podía estar sentada ahí. No lo sé. Tal vez ella iba algo cansada de todas esa injusticias acumuladas. Tal vez era un recorrido que hacía en varias ocasiones y no era la primera vez que pasaba por todo eso.
Porque debe ser muy fácil de confundir un acto de resistencia con la mera terquedad o hasta la necedad. ¿Vale la pena arriesgar la salud o la vida por una situación así? ¿Realmente conocemos todo el entorno de la situación como para estar seguros que estamos haciendo lo correcto?
La mujer de la acera nunca volteó a ver al hombre del automóvil. Ella no podía haber sabido si era un padre o madre intentando llevar a su hijo de urgencia al hospital, lo que podría justificar un tanto su actitud.
Pero en este caso, ella tenía razón. Esos son actos de resistencia. A veces son necesarios, a veces los podemos vivir, otras solo admirar. No cambian nada de momento, tal vez no en un mediano o largo plazo. Se necesitan muchos para lograr cambios. Si Rosa Parks hubiera sido la única inconforme tal vez no hubiera pasado a más en la historia.
El acto de la mujer en la banqueta no creo que pase a más. Quedará perdido. Ahí.
Sin embargo, lo importante de estos actos de resistencia no son las consecuencias. No se ejecutan con el fin de cambiar el mundo. Su definición es clara. Son actos de resistencia que lo único que pretenden es resistirse. Al mundo, a la sociedad, a la injusticia. Eso es todo. Son actos de resistencia sin un objetivo mayor.
Quizás son mejores actos de resistencia que los de Gandhi, de resistencia civil, porque esos si estaban planeados y diseñados para cambiar algo. No nos engañemos, tenían una intención. Había un juego de poder detrás. Hay una idea compleja que resolver (la independencia de un país) y por lo tanto, hay una ideología con ellos.
No que sea mala la resistencia civil, pero es diferente de un acto de resistencia pura.
Creo que el acto de resistencia de la mujer en la banqueta fue un acto de resistencia puro: saber que estás en el lugar correcto en el momento correcto y estar decidido a permanecer ahí, a resistir, mientras el entorno y tu convicción atenta siga igual.
A veces es bueno saber por lo que somos capaces de resistir, aquello de nuestra vida que sabemos nos hace estar en el lugar correcto y el momento correcto para así estar decididos a permanecer ahí, resistir, mientras nuestro entorno y convicciones sigan igual.
Adolfo Ramírez Corona (adolforismos.com)